Revisar el estado de la vivienda
Antes de empezar a decorar o distribuir, lo primero es revisar el estado de la pintura, los suelos, la carpintería y las instalaciones o equipos. Comprobar que no haya desconchados, rayas o manchas en paredes y suelos; examinar las instalaciones de suministros, la caldera, radiadores y demás equipos de climatización. En definitiva, verificar que todo esté en perfecto estado y, si no, ver cómo y cuándo sustituir aquello que no funciona.
Ser conscientes del presupuesto
Una vez se tiene claro si hay que obrar o no, se debe cerrar el presupuesto. Este varía en función de las posibilidades y necesidades: no es lo mismo un hogar que necesita una reforma integral, que precisa licencias y de la ayuda de un profesional, que uno que sólo se quiere redecorar. Se debe ser consciente de que, con toda seguridad, surgirán cosas nuevas a comprar, por lo que es recomendable un margen del 10%.
Planificar el espacio
Primero hay que medir bien cada estancia de la casa para ver qué encaja y qué no en ese espacio. Se deben tener en cuenta factores como la iluminación, la amplitud, la temperatura, orientación o los ruidos; por ejemplo, si se trata del estudio, el espacio debe tener bastante luz, la habitación del bebé debe estar cerca de la de los padres, etc. Quizás, en este punto, se crea conveniente hacer obras para adecuar el espacio a las necesidades de los que lo habitan. Luego, se puede decidir el mobiliario y los complementos según las posibilidades del espacio. Lo mejor es utilizar algún planificador o recurrir al típico plano a escala hasta lograr la combinación perfecta.
Iluminar las estancias
Una iluminación correcta es vital para realizar cómodamente las tareas diarias en cada una de las estancias, por eso, antes de empezar con la decoración, se debe planificar cada uno de los puntos de luz: primero, elegir el tipo de iluminación según las necesidades y, después, el tipo de bombilla y luminaria, una vez decidido el estilo y seleccionados los muebles.
Decidir el estilo de la vivienda
Minimalista, industrial, clásico, rústico, contemporáneo, escandinavo, vintage, étnico, ecléctico… A la hora de elegir estilo, hay que optar por aquel que mejor vaya con la personalidad de cada uno. Si bien lo ideal es aplicarlo a todas las estancias, también se puede optar por combinar dos que sean complementarios. En ese caso, se debe tener cuidado con la elección del mobiliario y otros elementos; mezclar mucho, puede generar sensación de agobio.
Elegir los colores
Lo siguiente es escoger los colores de paredes, suelos y techos. Según el estilo, se suele optar por unas tonalidades u otras: por ejemplo, para casas rústicas, clásicas o coloniales se suelen usar tonos amarillos, ocres o tierras; en las minimalistas o de estilo escandinavo predomina el blanco, y en las contemporáneas destacan los colores atrevidos combinados con los neutros. Otros factores que afectan a la hora de elegir los colores son los suelos, la luz, el color de las puertas o el espacio disponible. El papel pintado o los vinilos son otras opciones para decorar las paredes.
Decorar cocina y baños
Existen dos opciones para decorar cocina y baño: reformarlos o personalizarlos. El obrar o no obrar dependerá de las ganas y el presupuesto. Mientras en las viviendas de segunda mano la sustitución de sanitarios, electrodomésticos, mobiliario y revestimientos, o los cambios de color suelen ser bastante frecuentes, en las de obra nueva, suele bastar con redecorar el espacio mediante el uso de complementos como textiles y accesorios varios.
Elegir el mobiliario
A la hora de amueblar, se debe aplicar la máxima de “menos es más”. El hecho de colocar demasiados muebles puede provocar sensación de agobio y molestar a la hora de moverse por la vivienda. En un primer momento, se puede optar por comprar las piezas imprescindibles para el día a día: el sofá, alguna mesa, sillas, la cama, el mueble de la tele… para ir amueblando poco a poco las diferentes estancias, pensando siempre en el espacio disponible y el estilo. Además, se ha de tener en cuenta el presupuesto y, si este es ajustado, se puede optar por el reciclaje de muebles o la compra de piezas de segunda mano.
Decidir los complementos
Los complementos aportan toques de color, decoran y aportan calidez. Un ejemplo son los textiles: cortinas, alfombras, cojines, ropa de cama… Sólo hay que elegir aquellos que más vayan con el estilo y los colores de la estancia. Elementos como flores, velas, espejos, relojes y otros ayudan a que el hogar parezca mucho más acogedor.
Personalizar el hogar
Por último, toca personalizar. Fotografías de familia, cuadros, suvenires de viajes… hacen que, cada vez que se entra en casa, se sienta que no hay mejor lugar.